Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1882-1883 (Cortes de 1881 a 1884)
Sesión: 23 de diciembre de 1882
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Discurso
Número y páginas del Diario de Sesiones: 16, 338-339
Tema: Sistema político del actual Gobierno

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Pido la palabra.

El Sr. PRESIDENTE: La tiene V. S.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Yo siento, señores, que mi distinguido amigo el Sr. López Domínguez haya tomado tan a mala parte las palabras que yo tuve la honra de pronunciar [338] en uno de los incidentes que aquí ocurren con motivo de la izquierda dinástica. Sobre la idea que yo tengo de la izquierda dinástica, nada diré en este momento, porque pronto se me presentará ocasión de hacerlo con toda la extensión que el caso requiere; pero sobre la interpretación que ha dado S. S. a ciertas palabras mías respecto del ilustre Sr. Duque de la Torre y de los amigos que hayan tenido por conveniente seguirle, sobre eso tengo que decir algunas, porque S. S., o no me ha entendido bien, y es posible que sea por falta de explicación mía o no las ha interpretado en su sentido verdadero.

Yo tenía necesidad de demostrar la cohesión de la mayoría, y para demostrar la cohesión de la mayoría no encontraba yo argumento más a propósito que el decir que a pesar de haberse separado del partido constitucional el que pasaba por su jefe, y haber levantado una nueva bandera, que nueva bandera era para el partido constitucional, para el Sr. Duque de la Torre y para S. S.; que, a pesar de haber levantado una nueva bandera, realmente movimiento político de la mayoría hacia esa bandera no había habido, porque lo que ha habido es, señores, lo que hay siempre en estas cosas. El Sr. Duque de la Torre es una personalidad bastante elevada, es una personalidad bastante respetable por sus merecimientos, por sus antecedentes, por su historia, por su pasado, por su presente, por su porvenir, por todo, para que él por sí mismo sea un programa y para que haya muchas personas que por afecto personal, por confianza en la personalidad del Sr. Duque de la Torre, cualquiera que sea la bandera que levante, se van con él, lo cual en manera ninguna desdora a aquel que con el Sr. Duque de la Torre se vaya, porque puede tener tal confianza en el señor Duque de la Torre, que se vaya con él, no por la bandera que levante, sino por su historia, por sus antecedentes, por su presente, por su pasado.

De manera que al decir yo que no había habido corrientes que se establecieran entre la mayoría y el Sr. Duque de la Torre, y que los que se habían separado de la mayoría se habían ido con el Sr. Duque de la Torre lo habían hecho por afecciones hacia su persona, no hacía disfavor a nadie, ni a S. S., que S. S. está ahora del lado del Sr. Duque de la Torre, a pesar de que la bandera levantada por el Sr. Duque de la Torre la recibió S. S. no sólo con extrañeza, sino con mal humor. (El Sr. López Domínguez: ¿Quién ha dicho eso a S. S.?) Por de pronto S. S. ha dicho que le sorprendió esa bandera; y si era tan buena, podía S. S. haberla levantado aquí en los últimos días de la legislatura anterior, cuando dijo, explicando la disidencia, que se había separado de la mayoría por cuestiones concretas, pero que era una separación pasajera y que deseaba que cesara, porque la bandera de S. S., como la del Gobierno, era la Constitución de 1876 interpretada en el sentido liberal, para desenvolver, añadió S. S., en cuanto sea posible (se contentaba S. S. con la posibilidad), para desenvolver dentro de ella los principios que el partido constitucional proclamó en la oposición. Esa era la bandera que S. S. dejó aquí levantada cuando concluyó la legislatura anterior.

Si le parecía a S. S. tan buena la Constitución de 1869, ¿por qué no levanto entonces esa bandera? Y añadía S. S. más: "Si por la conducta del Gobierno llegara a levantarse una izquierda dinástica, esa, esa sería la bandera de la izquierda dinástica. " Por consiguiente, el Sr. Duque de la Torre ha levantado una bandera que no era la que S. S. levantó; y si S. S. ha ido a la bandera del Sr. Duque de la Torre, es de creer que no ha influido en su conducta sólo la bandera, sino también la personalidad del Sr. Duque de la Torre; en lo cual no digo yo que haya nada en desdoro de S. S., porque si importan mucho los lazos políticos, importante también mucho los lazos de la amistad, los lazos del parentesco y los lazos de la gratitud.

Conste, pues, que yo no dije aquello para mortificar a nadie, sino para robustecer el argumento que yo necesita aducir para demostrar cuánta y cuál es la cohesión de la mayoría.

Su señoría ha tomado a mala parte las palabras con que yo tuve la honra de contestar a S. S. en vista de los ofrecimientos que S. S. hacía a la mayoría y hacía al Gobierno dentro de la izquierda dinástica.

Se me hablaba de que la izquierda dinástica quería transacciones y que el Gobierno las rechazaba, y yo decía: "Señores, la izquierda dinástica no quiere transacciones; lo que quiere es que el Gobierno y la mayoría desaparezcan, y que vayan a formar la mayoría y el Gobierno dentro de la izquierda dinástica; " hasta tal punto, que el Sr. López Domínguez contándolas muy felices y dando por inmediato un seguro y un lisonjero porvenir para esa izquierda, y creyendo en la descomposición completa de esta mayoría y del Gobierno, ha tenido la amabilidad, ha tenido la bondad de ofrecernos a la mayoría y al Gobierno puestos importantes en esa izquierda; y yo dije que no los podía aceptar, aunque agradecía sus sentimientos hacia mí, porque estoy contento con el que tengo, y porque no puedo estar conforme en que nos llamemos de la izquierda dinástica, tal como la izquierda dinástica se forma.

En esto, pues, no hay ofensa para nadie.

Y no tengo que decir nada más; porque de la parte política de que S. S. se ha ocupado, asimismo me he de ocupar después, y no es cosa de molestar por dos veces al Congreso.

Concluyo diciendo al Sr. López Domínguez que no ha sido mi ánimo ofenderle, y que no se ofenda S. S. tampoco, porque no es conveniente tener tan exquisita susceptibilidad. [339]



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